Juan Martinez Abades

La formación artística de Juan Martínez Abades se inició cuando entró a cursar estudios de bachillerato en el Instituto Jovellanos de Gijón.
Allí empezó a desarrollar sus extraordinarias dotes para el dibujo lo que le proporcionaró la posibilidad de marchar a Madrid en 1880 para matricularse en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado a la par que recibía clases particulares de José Gragera y de Ignacio Suárez-LLanos.
Aplicadísimo alumno de la Escuela, la etapa de formación de Martínez Abades en la misma se alargó hasta 1887 y en ella, lo que iba a ser una constante en su vida, se presentó a varias Exposiciones Nacionales por las que, entre algún premio y algún fiasco, consiguió una beca de la Diputación de Oviedo para marchar a Italia.
La estancia de Juan Martínez Abades en Italia abarcó los años de 1888 y 1889 aunque la misma no parece que tuviera grandes repercusiones en su posterior evolución como pintor. Sin embargo, durante dicha estancia Martínez Abades pintó una de sus obras más celebradas,
El viático a bordo, con la que se presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890 consiguiendo una Segunda Medalla en la misma.
Este reconocimiento le lanzó a la fama en el mundo pictórico hispano.
En ese momento dió por concluido su período de fomración y se lanzó a la conquista del público.
Y esa conquista en el ambiente madrileño de finales del siglo XIX sólo podía realizarse a través de las relaciones sociales, los concursos en las exposiciones, tanto nacionales como regionales y la especialización temática.
Y serán estos tres caminos los que emprenda Martínez Abades para prosperar. Fuertemente respaldado por sus amistades asturianas, entre las que destaca Florencio Valdés, verdadero protector de Martínez Abades, éste irá estableciendo en Madrid un grupo de relaciones que partiendo de los colegas pintores o los paisanos asturianos le llevarán a asentarse entre la elite intelectual madrileña.
Estas relaciones se constituían en una verdadera red social de apoyo y respaldo mutuo imprescindible para sobrevivir en la corte.
Por lo que respecta a la participación en Exposiciones, el caso de Juan Martínez Abades llega a ser casi patológico.
Ya desde su época de estudiante en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, Martínez Abades se había presentado a algunos concursos pero, desde su regreso de Italia y hasta, aproximadamente, 1910 su presencia en las mismas es constante con diferente fortuna.
Así, además de su premio en la Exposición Nacional de 1890, recibió una Segunda Medalla en la Exposición Nacional de 1892 por El entierro del piloto y una Primera Medalla y la Encomienda de Isabel La Católica en la Exposición Nacional de 1901.
También participó en exposiciones extranjeras como la organizada en Berlín en 1891 o la de Chicago en 1893.Pero, sin duda, por lo que Martínez Abades era reconocido en el mundo pictórico de la época era por sus marinas.
Se llegó a decir que era el marinista por antonomasia del cantábrico. En el conjunto de su obra, las marinas, tanto al oleo como en el mundo de la ilustración, son muy abundantes y de una factura técnica irreprochable.
Era el género en el que mejor se desenvolvía teniendo, además, un mercado consolidado en el que dominaba sin posible discusión.
La figura de Juan Martínez Abades, sin embargo, trascendió el marco de la elite intelectual de la Restauración por dos actividades que le acercaron al gran público: su labor de ilustrador y, sobre todo, como compositor de cuplés.
En lo que hace referencia al mundo de las ilustraciones, Martínez Abades se había acercado a este mundo en su época juvenil como ilustrador de revistas cómicas como "La Caricatura" o "Madrid cómico" pero será su colaboración con la revista "Blanco y Negro", que acababa de salir a la luz, la que le dará mayor notoriedad. Esta revista, fundada por Torcuato Luca de Tena en 1891, acogió a Martínez Abades con asiduidad desde 1893 formando parte del primer gran grupo de ilustradores de la publicación (Agustín Lhardy, José García Ramos, Cecilio Pla, Manuel García Rodríguez o Narciso Méndez Bringa). Desde 1900 las ilustraciones realizadas por Martínez Abades fueron mayoritarimente en color y se desarrollaron hasta la muerte del artista.
En los últimos años de su vida la faceta de ilustrador y compositor de cuplés predominaron sobre sus trabajos al óleo.
Su labor como ilustrador era reconocida y estaba bien pagada y, además, su actividad musical le proporcionaba inesperados y elevados ingresos anuales.
Sin embargo, sus marinas empezaron a no proporcionarle el prestigio anterior. La Exposición Nacional de 1908 fue el punto de inflexión en su creación al óleo. En la misma presentó seis obras con motivos asturianos, canarios y vascos que pese a sus grandes expectativas pasaron sin pena ni gloria.
La inclusión en el palmarés de autores como Romero de Torres o Darío de Regoyos eran todo un síntoma de los nuevos aires por los que empezaba a caminar la pintura española para los que Martínez Abades no estaba preparado. Como consecuencia de esta frustración, Abades dejó a un lado su producción marinera en beneficio de la ilustración y, sobre todo, el mundo de la música.
Aún así continuo pintando de manera incansable todo tipo de marinas desde su residencia en Ribadesella a la vez que continuaba presentándose a los concursos de la Exposiciones Nacionales ya sin el impacto anterior.
Su arte sería reconocido por parte de la crítica y el público en una gran exposición antológica que se organizó sobre su obra en el salón Iturrioz de Madrid en 1913.
Así transcurrieron sus últimos años entre composiciones de cuplés, ilustraciones y marinas hasta su muerte en Madrid el 19 de enero de 1820.Claudio Coello 6 28001 Madrid tel. (34) 91 435 0174
Fuente de esta Biografia:

galeria@josedelamano.com



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