01 enero 2014

Josefa de Jovellanos y Jove Ramírez:



Ilustrísima Sra. Dña. Josefa de Jovellanos y Jove Ramírez:

Lleva su familia descansando más de dos siglos bajo las venerables piedras de la capilla del Palacio de Coviella, aquí, a las puertas de Arriondas. Cuando usted nació -un 4 de junio de 1745- la villa de Gijón no tenía ningún parecido con la que hoy conocemos. En aquella hermosa y cuidada casa gijonesa ya corrían por sus pasillos y galerías muchos de los hermanos que la precedieron a usted en ver la luz de Asturias. Doce habían sido en total, y ocho los que llegaron a edad adulta. Tanto usted como sus tres hermanas estaban destinadas al matrimonio, mientras sus hermanos varones parecían dividir el futuro entre la Marina y la Iglesia. Años más tarde, uno de ellos se llevaría –muy merecidamente- toda la fama y la gloria de la familia.

Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos había nacido la noche de reyes del año anterior; él siempre la consideró a usted como su hermana predilecta. Cursó usted estudios -en Oviedo y Ávila-que ayudaron a que su innata inteligencia destacase ya desde joven. ¡Cuántos días gratos le deparó la vida! Pero, también es cierto, ¡cuántas desdichas y contratiempos! Desde que usted contrajo matrimonio con Domingo Antonio González de Argandona y Valle, regidor perpetuo y alférez mayor de nuestro concejo de Parres, juez de caballeros hijosdalgo, procurador de Cangas de Onís -su concejo-, así como procurador general en Cortes por el Principado, sus destinos quedaron para siempre en estrecha relación con nuestra comarca. Es verdad que a su familia no le parecía que el Sr. Argandona estuviese a la altura de una Jovellanos, pero usted no cambió por ello sus planes. Sus suegros -Antonio y Francisca- dejaron a su hijo un notable patrimonio, heredado en condición de mayorazgo. Usted y su esposo buscaron una mejor calidad de vida en la Villa y Corte de Madrid. En aquella formidable casa de la calle Atocha nº 6, vivió usted los mejores años de su vida. Aún su hermano don Gaspar no había asentado su vida en la Capital de España, cuando usted y su esposo frecuentaban las tertulias y amistades más ilustres e influyentes. Argandona supo ganarse muchas confianzas, hasta hacer de puente o enlace entre la Junta General del Principado y destacados poderes madrileños. El conde de Campomanes, otro gran asturiano, Ministro de Hacienda con Carlos III, les acercó mucho a ustedes a la Corte.

Ver Más……………………………………………………….

No hay comentarios:

Publicar un comentario